domingo, 7 de noviembre de 2010

Corazón...

Hoy he tenido la necesidad de un pensamiento que me decía: "A veces, por más que lo intento no se que tengo más defectuoso... la cabeza o el corazón", qué duro es pensar esto... y no se me sale de la cabeza... o del corazón, no estoy segura... 

Ahora mismo, no se si quiero llorar porque no paro de pensar, o porque no paro de sentir. Poco debería importarme el origen de todo esto... pero me importa. Quiero entenderme, quiero entenderlo... y ahora mismo también pienso que no se porqué me esfuerzo... no voy a conseguirlo.

Porque a veces algo que nos sirve de algo, para los demás se convierte en un arma perfecta para usar contra nosotros mismos...  y nos sentimos tan estúpidos, tan confiados... y en esos momentos piensas ¿confiados en qué? ¿confiados en la desconfianza?...

Cumplir una palabra que no has dado no tiene sentido... querer cumplirla y no darla tampoco.

No entiendo nada, no me entiendo ni a mi misma... y se que tengo que hacer algo al respecto, el asunto es no saber si pensar o sentir, para hacer lo correcto y acabar con esto.





Corazón, vas muy mal, ni siquiera me hablas...

sábado, 23 de octubre de 2010

Consecuencias...

Cuando somos pequeños no nos planteamos las consecuencias que tendrán en un futuro nuestros inocentes actos. Estas letras van sobre las consecuencias que han tenido en mi vida algunos de los actos... que ni me imaginaría que repercutirían así en la Paula del presente.

"De pequeño, mi padre me advirtió que no mirara la lavadora; yo era muy pequeño y no le hice caso. Con el paso de los años, me he dado cuenta que tenía razón: no se puede mirar la lavadora de pequeño y pensar que eso no te va traer problemas el día de mañana..."

Alrededor de mis 11 años, cuando mi madre se puso enferma y pasó algún tiempo interna, recuerdo que cada tarde mi padre solía ir a un pequeño bar a emborracharse. Aunque yo era consciente de que mi padre tenía un problema con el alcohol y por eso no me gustaba ir con el, mi padre insistía y yo acababa yendo, quizá por no quedarme sola en la casa en la que no estaba mi madre. Con el paso de los días cada día me gustaba menos entrar a ese bar con el... y decidía quedarme en el coche. Mi padre venía de vez en cuando a traerme alguna piruleta y a ver como estaba... pero asi pasaban las tardes. Horas y horas metida en un coche. Coche que ahora es mi coche y todos conocemos por el nombre de Princesa... El caso es que allí, dentro del coche, yo solo escuchaba canciones... cuantas veces lloré al pensar en cuando volvería mi madre a ser mi madre, en mi padre, en problemas que no me atañían... Casualmente esa es la razón por la que no puedo escuchar la canción de Revolver "El dorado" sin emocionarme.

Por eso aprendí a imaginarme historias. Aún hoy, cuando me siento agobiada, recurro a imaginarme situaciones que no existen, y me siento mejor. En aquel coche pensaba en tiernas y dulces historias que hasta hoy me da vergüenza reproducir. Ahora, muchas noches, cuando estoy cansada y agobiada... me meto en cama, pongo música tan bajita que a veces es solo un murmullo... y me imagino que alguien me abraza por detrás, me acaricia el pelo y me respira en la nuca. Quizá solo sea yo la que necesite algo así, pero en mis actos del pasado está la clave... y ya no puedo remediarlo. Quizá nadie entienda lo que yo valoro, o lo que no valoro tanto... pero es que eso es parte de mi desde que tengo uso de razón... y no puedo cambiarlo. Hay noches, en las que es una necesidad. Cuántas necesidades no satisfechas... Cuántos sueños sin compartir.

"Aún hoy sigo mirando de vez en cuando la lavadora... ¿Quieres mirar la lavadora conmigo?"