Mariposa...

No me gusta lo mítico, típico o lo preestablecido... No me gusta hacer el papel de dama en apuros esperando al caballero. No me gusta el color rosa, ni los corazones, ni las mismas películas que a todas les encantan. Tampoco voy de alternativa que es especial, cuando en realidad de ese estereotipo surgen clones a millones cada segundo que pasa. No soy esa clase de chica a la que hay que proteger, ni regalarle una rosa, ni regalarle un anillo.

Nunca seré un delfín, ni una estrella del cielo, ni el arco iris, ni una mariposa, porque soy un reptil, y me gusta serlo. No seré una estúpida mariposa a la que con un simple dedo se le puede dar muerte. No hay frase inventada para conquistarme, lo ya descubierto es aburrido... Tengo sed.

Cielo...

Tengo la necesidad de creer en el cielo. Más bien, de creer en mi cielo. Cuando me siento plena me esmero en guardar esa sensación, esa imagen para recrearla en mi cielo, porque creo que el cielo debería de ser para cada uno la mezcla de todos los momentos que en la vida nos hicieron felices, aunque fuese durante una décima de segundo. Tengo muchas imágenes repetidas... pero seguiré conservando más idénticas para cuando llegue el momento... Es una necesidad, no lo puedo elegir. Poco a poco lo voy construyendo.

Cielo, infierno, limbo… nadie sabe a dónde vamos, ni lo que nos espera cuando lleguemos. Pero lo que sí podemos decir, lo que sabemos a ciencia cierta es que hay momentos que nos llevan a otro lugar, momentos celestiales en la Tierra… quizá por ahora es cuanto necesitamos saber.

Ceguera...

Poca gente sabe que el ojo humano tiene un ángulo muerto en su campo de visión. Hay una parte del mundo ante la que somos literalmente ciegos. El problema está en que a veces el ángulo muerto nos oculta cosas que no deberíamos ignorar. A veces los ángulos muertos nos permiten ser alegres. 

En el caso de los ángulos muertos quizá nuestro cerebro no se equivoca, quizá esté protegiéndonos...