sábado, 30 de julio de 2011

Explicación...

Por mucho que nos joda, hay cosas que no tienen explicación... pero a partir de lo poco que he experimentado, he aprendido que curiosamente la vida nos enseña al revés, de delante hacia atrás. Con esto de delante hacia atrás quiero decir que la mayoría de las veces nos ocurren cosas que no entendemos; pero que pasado un tiempo, al mirar hacia atrás, podemos entender ese complot del universo para que el suceso en cuestión ocurriese de aquella forma y no de otra.

Eso mismo creo que pasa con el amor. Somos niños ante un mundo de tiempo que en un segundo nos llenamos la boca de efímeras promesas. El amor de nuestra vida lo conoceremos instantes antes de marchitarnos, en los que nuestro último aliento dirá "esta es la persona que me ha acompañado realmente en los puntos de mi vida". 

Pero por mucho que nos joda, hay cosas que no tienen ni tendrán una explicación nunca.
Aún hay muchas cosas de las que no tengo ninguna explicación... pero espero poder tenerla algún día...

viernes, 29 de julio de 2011

Lección...

A la edad de 10 u 11 años, no lo recuerdo muy bien, llegó ese día tan esperado en mi infancia cuando vivía en el cuartel: la fiesta del día del Pilar. Me encantaba aquella fiesta, los niños trasnochábamos al son de un cutre dúo con un organillo, hacíamos juegos infantiles, nos hacían una merendola, repartían bolsas llenas de regalos... era genial. El caso es que a esa edad la niña que yo era ya desbordaba muchísima personalidad, y mientras todas lucían su hermoso vestido de fiesta yo bajé al patio a reunirme con mi mejor amigo del cuartel para andar en bici. Yo llevaba para la ocasión mi chándal favorito, azul marino, una camiseta azul claro y una sudadera enorme con capucha también azul. Llevaba el pelo larguísimo y suelto y también mis deportivas favoritas, rojas brillante.

Ese año mi mejor amigo vino acompañado por otro niño de otro cuartel. Se llamaba Iván. Iván tendría unos 14 años, tenía el pelo ondulado, rubio y los ojos azules. Llevaba unos pantalones geniales anchos de cuadros negros y blancos. También llevaba bicicleta. Jugamos toda la noche, Iván me perseguía y luego yo a él. Qué enamoramiento más tonto... Nos quedábamos callados mirándonos y aunque yo deseaba besarle no me atrevía ni a hablarle...

Al día siguiente Iván se había ido, y mi mejor amigo vino a buscarme de nuevo para jugar. Cuando bajé estaba en el portal esperándome y fuimos corriendo a nuestro lugar del cuartel secreto (la contraseña era MANDA HUEVOS) y me dijo que Iván se había enamorado de mi, que le había dicho que estaba buenísima y más piropos. Me sentí muy idiota, idiota por no haberle dicho nada la noche anterior de lo que yo sentía.

Años después en las mismas fechas, cuando yo ya tenía 14, mi amigo me dió una noticia que llevaba esperando todos los años desde que conocí a Iván: que ese Pilar vendría de nuevo a pasarlo a nuestro cuartel. Yo ya no me sentía una niña, pero decidí ir a la celebración aunque yo ya ni siquiera vivía allí. Me depilé las cejas (y sitios más insospechados...), me peiné, me puse un pantalón negro ajustadísimo, una camiseta escotada y unos tacones (jamás me había puesto tacones...) y me presenté en el cuartel.

Ni me miró. Él seguía como siempre, y ni me reconoció. Mi amigo vió mi desesperación y fue junto a él y le dijo "aquella de allí es Paula, ¿no la reconoces?", a lo que Iván contestó después de un oscuro silencio "... ¿pero qué cojones le ha pasado?".

Nunca tuve ocasión, ni con él ni con ningún otro, pero me hubiera gustado poder contestarle: "Me has pasado tú..."

Sobra decir que aprendí mucho de aquello, ¿no?. Me parece absurdo recrear la lección que pude extraer de aquel suceso... me parece mejor que cada uno saque las conclusiones pertinentes.

martes, 12 de julio de 2011

Efecto...

Gracias a ti soy como soy... gracias a lo que eres yo me desenvuelvo de la manera que ves... 



Pero el efecto que tienen en mi todas las cosas que te faltan y que no haces, aunque sea difícil de ver, está presente. Porque gracias al que no eres yo no soy quien quiero ser. Porque gracias a lo que no piensas yo estoy sola.

No se cuánto de solo se puede estar... aunque puedo suponer que en el cielo está el límite.

lunes, 4 de julio de 2011

Mojada...

Ella odia la gente seca, cálida, que se limita a observar cómo fluye la vida en el mundo... Ella no busca donde acurrucarse para olvidar el frío que supone el mojarse. Ella se implica en la vida, ayuda, aconseja, explica, opina y habla, porque no puede callarse. Ella querría que la gente tuviese el valor de equivocarse por intentar ayudar a los demás, de sufrir por mojarse, de tiritar de soledad por culpa de excesiva sinceridad. De congelarse por luchar por unos ideales, unos valores que todos han olvidado, o perdido... Ella se pregunta cómo la gente es capaz de arder mirando, sin hacer nada... sin decir nada. Ella sabe que algún día, el querer fluír le saldrá demasiado caro; pero le da igual, porque a pesar de todo... a ella le gusta mojarse.

Esa eres tú... ¿quién lo iba a decir?