viernes, 5 de octubre de 2012

Amores perros...

Todo comenzó no se cuándo y no se dónde cuando alguien me dijo: "el problema es que después de ser un perro de casa no puedes ser un perro callejero... estás acostumbrado a que alguien te ponga el platito con tu comida y el agua en tu cuenco, a que te den mimos y te saquen a pasear con correa. Ya no puedes soportar el frío de la calle o el no dormir con alguien, y buscarte tu la vida. No sabes a dónde vas porque nadie te guía... y te sientes perdido y triste".

¿Pero qué pasa cuando eres un perro maltratado?... ¿un perro abandonado y apaleado, un perro que se ha buscado la vida, que ha huido de una mala casa y que se ha quedado traumatizado para siempre? ¿Puedes ser un perro de casa otra vez? ¿Pueden tus dueños soportar tus nervios, tus histerismos y tus miedos al abandono y al maltrato que te provocan ataques continuos? ¿acaso estás condenado a que tus traumas impidan que llegues de nuevo a ese climax de felicidad con algo tan simple como que te rasquen detrás de las orejas?

1 comentario:

  1. A lo largo de mi vida mi familia y yo hemos adoptado y dado hogar temporal a montones de perritos que infortunadamente han caído en la desgracia de ser abandonados, maltratados, heridos, o a punto de morir en el matadero (perrera), la mayoría de los perritos que encontramos en la calle, se adaptaron a casa casi de inmediato y se convirtieron en unos consentidos algo regordetes y amados por todos. Sin embargo uno de ellos es el más especial de todos, se llama Nacho. Él sufrió en exceso, había sido abandonado, luego lo adoptaron sus antiguos "dueños", personas detestables que lo tenían atado durante años bajo el sol, bajo la lluvia, aún con heladas. Jamás le cortaron su pelo, tenía rastas hasta el suelo, siendo que Nacho es una cruza de schnauzer, y seguramente lo golpeaban, lo sé porque estuve de voluntaria en la perrera para tratar de sacar en adopción a todos los que llegaran. Cuando sus dueños se cansaron de él, llamaron a la perrera para que se lo llevaran a sacrificar. Al llegar a la perrera los inhumanos celadores lo dejaron con otros perros territoriales que lo lastimaron y lo dejaron mirando hacia la esquina de la celda, temblando de miedo y sin ganas de vivir. Después mi cuñada y mi hermano lo adoptaron. Nacho estuvo en varios hogares porque su comportamiento era muy agresivo e inestable, ahora está en nuestro hogar, él comienza a entender que somos amigos y que jamás sufrirá dolor, hambre o frío. Han pasado algunos años y su conducta ha cambiado un poco, ya se deja acariciar por algunas pocas personas y juega a medir fuerzas tirando de un trapito. Aunque ha mordido a muchas personas e incluso a mi, sé que tuvo una vida difícil y que cuesta mucho adaptarse. Pero no lo abandonaremos porque somos su última y única familia, y todos los animalitos merecen un hogar donde se sientan seguros, tengan mucho cariño, comida rica y nutritiva, un refugio contra el mal tiempo y puedan llegar a ser felices.

    ResponderEliminar