martes, 31 de octubre de 2017

Corrosión...

Ella abrió tranquilamente la puerta, era domingo y rondaban las 10 de la mañana. El llegó tambaleándose rebosando valor, aunque ella sólo pudo atisbar un jovencito borracho a través de sus legañas. No había desayunado, pero le ofreció una cerveza, para acompañarle, claramente.

- Estas bien?- dijo él.
- Claro- contestó ella, como cuando algo se te cae por las escaleras.

Y la abrazó. La abrazó en un abrazo de sobra, en un abrazo de los no te veo en meses porque no te necesito, y a pesar de que ella si lo necesitaba no lo acogió, lo abrazó con compromiso y siguió desayunando su cerveza.

Después de una cerveza la besó en la urgencia, pero ella ya no sentía tal ansiedad, se dejó llevar, se dejó hacer... se dejó ir; abusó de un niño con ganas que empezó a comérsela por entre las piernas.


...


- En serio estás bien?
Ella no contestó, tan sólo pensó... "No, ... siento como... corrosión".


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