miércoles, 28 de julio de 2010

Huir...

Hace ya mucho tiempo en mi vida (cosa de la que realmente me alegro) me encontraba, como bien saben quienes me conocen desde hace algunos años, en un estado de salud mental bastante deteriorado: tenía depresión. Los motivos de porqué la carismática chica que aquí escribe cayó en tales fondos son bastante personales, privados e intransferibles... y no es que tenga inconveniente en hablar de ello... pero casi mejor eso se hace cara a cara con una buena taza de te rojo delante...

En aquellos momentos me planteé seriamente el huir de aquí. Pensaba en coger el coche, las maletas con mis cosas e irme... irme lejos. Tenía pensado el pueblecito y todo. Tenía pensado dónde vivir, de qué vivir y cómo vivir. Y me daba igual todo... dejaría todo atrás sin pestañear. Sólo quería llevarme algo de aquí... el que por aquel entonces era mi pareja, y por supuesto, mi primer amor; irónicamente él también era una de las causas de mi estado... pero el amor es el amor... Puedo decir primer amor y último porque la verdad es que nadie me ha vuelto a dar la oportunidad de amar. Con mi cabeza llena de sueños y el corazón sin duda bastante destrozado le propuse a él que me acompañara en mi odisea... y aunque insinuara que si, que me seguiría al fin del mundo, jamás le creí y sabía que si me llegaba a ir algún día sería sola. Ahora comprendo que tan sólo era un niño, cuando yo ya me enfrentaba a problemas de niña mayor... y después de todo, eran MIS problemas.

Desde aquel entonces, superado mi increíble bache (que creo más bien que fue mi transición hacia una madurez bastante temprana, y la desesperación de ver cuánta mierda hay en este mundo) he aprendido muchas cosas. Quizá la primera es que no podemos esperar que nuestra felicidad provenga de los demás, sino buscarla en nuestro interior... porque si esperamos a que la felicidad venga de nuestro entorno o de las personas de nuestro alrededor mal vamos... La segunda lección es que cada persona por si misma, puede con todos los problemas del mundo y más, y no le hace falta nada ni nadie para superarlos... esto tiene que ver con mi idea actual del amor que es algo asi como "soy feliz sola, pero contigo lo soy más". 

Es increíble ver cómo después de los años mis problemas no han cambiado... pero sin embargo soy capaz de vivir, ser feliz y hacer un poquito más felices a los demás gracias a que sigo siendo esa carismática niña, solo que un poquito más crecidita... Sin embargo a veces tenemos momentos de debilidad... no puedo negar que ayer lloré y pensé en lo mismo de hace años... en huir. Y aunque hoy todo esté más calmado en mi interior se que en los siguientes momentos de dolor, rabia y tristeza volveré a pensar en dejarlo todo... y quizá no lo haga, quizá no quiera hacerlo... pero me desahogo al pensarlo. 

3 comentarios:

  1. Aun que te parezca estraño no eres la unica que ha pensado eso.. Yo hace tiempo pense en dejar mi trabajo, mi ciudad y mi vida para unirme a alguna comuna hippy o algo del estilo... Creo que eso de huir, es que quieres huir de ti mismo, y eso es lo único que no se puede hacer. Yo me encontré mejor cuando empecé a aceptarme con mis debilidades, o las que a muchos les parecían mis defectos, de los cuales ahora para mi son mis virtudes en muchos momentos. Soy impulsivo? E inestable?.. Bueno, a mi eso me ha sacado de mas de un aprieto.

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  2. Liked it... really liked it.

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  3. A veces pienso que vivo en otro cuerpo y en otro lugar y ésta en quien habito es un burdo bulo de mí.
    A veces creo que dios se confundió cuando me creó y me ubicó en este emplazamiento sin sentido, compuesto por elementos que no descifro ni comprendo.
    A veces siento la necesidad de escaparme de puntillas tal y como supuse que vine: sin ruidos ni estruendos. Con la huella de mis lágrimas secas en mis mejillas blancas y frías.
    Me imagino atravesando el espacio, pasando desapercibida para el aire, como una bola de gas blanco y gris que nadie percibe y nada detiene.
    Sin botas que me sustenten.
    Perdí aquello que pensé que tenía ganado. Lo perdí inexorablemente. Lo he perdido sin derecho ni reclamaciones, a movimientos muy lentos y acompasados. Lo perdí sin previo aviso, de repente, sin juicios ni justicia y sin consecuencias, como si nunca lo hubiese tenido. Lo perdí porque sí. Lo perdí y punto.
    Ya no le dirijo mis hondas palabras muertas. Ya no se las dirijo, porque he dicho que lo perdí y punto.
    Permanezco anexa del mundo, descansando en mis dedos liberadores y expresivos. Aunque note el peso de mi ser hundido en este mueble inerte, aunque el hambre pince el extremo cuerdo de mi estómago que aún aceptaría alimento, castigo a este ser por haberme traído hasta donde yazco y padezco.

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